PINTAR SOBRE FONDO NEGRO
ENTREVISTA A MANUEL MARTÍN MORGADO.
Jerez, 26/1/15
Es una noche tranquila en el tabanco El Pasaje, local con solera que el pintor sevillano Manuel Martín Morgado frecuenta desde hace años. De hecho, un par de grabados suyos cuelgan de sus paredes entre caricaturas y carteles de flamenco. Con treinta años de oficio en sus pinceles, lleva muchos años viviendo en Jerez, el mismo tiempo que lleva dibujando detalles de este local y los rostros de sus parroquianos en su cuaderno de bocetos, algunos de los cuales se han convertido en cuadros. Su labor docente en Ubrique le lleva y le trae de Jerez a la Sierra de Cádiz, donde aprovecha el sosiego de su casa para abordar proyectos que requieren tiempo y laboriosidad o para reunirse con otros sketchers para hacer unos apuntes rápidos del paisaje o de los personajes que se cruzan. Tras unos minutos de animada charla y una copa de vino, comienza la entrevista.
PREGUNTA. ¿El artista nace o se hace? Además de poseer cualidades artísticas ¿es
esencial la formación académica?
RESPUESTA. En mi caso viene de familia, mi abuelo era alfarero y yo me crié haciendo
figuritas de barro, de ahí viene mi afición, y por eso estudié Bellas Artes. Allí entendí que lo
que realmente me gustaba era pintar y dibujar, y descubrí otras técnicas que me fascinaron, como el grabado, aunque nunca he abandonado la escultura. La formación es básica, hay que crear a diario, en esa fiebre creadora se aprende de los errores. Mi etapa de formación de los veinticinco a los treinta años fue muy fructífera, se aprendía más del intercambio de experiencias con los compañeros que del academicismo de los profesores. En este proceso hay una evolución y uno va buscando su camino.
P. Su obra tiene una clara influencia del Expresionismo alemán, movimiento de
vanguardia de hace un siglo. ¿Qué encuentra en él para retratar el mundo
contemporáneo?
R. Yo creo que no pasa el tiempo por esa corriente, la sigo considerando muy actual, por
todo lo que tiene de salvaje y de libre. Aunque los tiempos han cambiado, esa pintura sigue siendo válida para estos tiempos. Cuando miro cuadros expresionistas en los museos, veo que tienen un vigor y una modernidad tremenda. Hace varios años Manuel creó un blog llamado Fondo Negro, una técnica que descubrió en Kandinski. Morgado cree que partir de un fondo negro es una buena manera de conjurar el miedo escénico ante el lienzo en blanco. El blog por otro lado es una herramienta útil para catalogar su obra y exhibirla.
P. En su pintura abundan los temas de cultura popular: los toros, el vino, el flamenco. Si
el arte es un lenguaje universal ¿qué hay de universal en estas temáticas tan españolas?
R. El interés por los toros y el flamenco es algo que viene de mi infancia, y el vino es un
elemento asociados a estos dos mundos. Descubrí pronto su faceta plástica, el colorido de
las corridas de toros, el plasticismo del flamenco, esos gestos exagerados del toreo, del cante y el baile, que a mí me gusta atrapar, y el Expresionismo es ideal para retratar tanto el mundo flamenco como el de la tauromaquia. Huyo de los populismos, y procuro abordarlos con cierta vanguardia o modernidad, al menos con un lenguaje personal, alejado del academicismo con el que se han tratado siempre estos temas.
P. Los libros están también muy presentes en sus obras: retrato de lectores, tertulias,
volúmenes apilados... ¿Por qué esta presencia?
R. El mundo de la literatura también me apasiona. Me encanta leer, con los libros me siento muy a gusto, es uno de mis temas favoritos. En mi blog hay unos ciento cincuenta retratos de personas leyendo. El libro es un elemento estético que me gusta mucho reflejar, pintarlos con muchos colores, en distintas posturas, desordenados. Veo ahí un potencial plástico tremendo. Cuando viajo me gusta visitar librerías de viejo y bibliotecas, son lugares que me emocionan.
P. Hablando de libros, también ha realizado ilustraciones y portadas para algunas obras literarias. ¿Qué le aporta esa experiencia?
R. Es un oficio el de ilustrador que me encanta porque mezcla dos de mis pasiones, la lectura y el dibujo. He tenido la suerte de hacer varias portadas para obras de José Manuel Benítez Ariza, e ilustraciones para algunos de sus poemas. Mi último trabajo ha sido la portada y cinco ilustraciones para su libro sobre la poesía de Poe, Un sueño dentro de otro. A Poe le pega mucho el grabado en relieve, sus poemas son muy ricos en imágenes.
P. Su pareja, la jerezana Caridad Soto, también es artista. ¿Hay influencias mutuas? ¿se
ejerce la crítica en casa?
R. Somos muy diferentes, yo soy muy de pincel y ella de técnica seca, rotulador, lápices... ella le dedica mucho tiempo a sus obras y consigue unos acabados espectaculares, en mi caso es todo más rápido, más espontáneo. A veces no recibo bien las críticas, pero es algo positivo siempre se aprende. Es bueno pintar con otras personas, a veces aprecian cosas que uno no ve, es enriquecedor.
P. ¿Prima en su trabajo la disciplina o la inspiración?
R. Más bien una combinación de ambas. El oficio de padre es muy absorbente y a veces no
dispongo de mucho tiempo, por eso me gusta subir al estudio, cuando tengo un rato libre,
para hacer un dibujo en un cuarto de hora y matar el gusanillo de la creación. Algunos días, por cuestiones laborales, me quedo en la sierra y aprovecho para trabajar en creaciones más elaboradas, al óleo o al acrílico, y de mayores dimensiones.
P. ¿Tiene algún proyecto entre manos? ¿alguna exposición a la vista?
R. Ante todo yo quiero seguir pintando y dibujando, y mantener mi blog. Últimamente me
gusta salir a pintar paisajes del natural, o a reunirme periódicamente con otros dibujantes de cuadernos, con sketchers, que es una buena forma de conocer a otros artistas y de socializar el arte del dibujo. Siempre tengo proyectos en mente, por ejemplo hacer un cómic, una afición a la que dedicaba tiempo antes y me gustaría retomar.
Durante la entrevista, Morgado ha comenzado a trazar rápidas líneas en su cuaderno, que poco a poco se transforman en un entramado de líneas que van formando, sillas, cuadros y perfiles. De vez en cuando levanta la cabeza y tan sólo necesita un par de segundos para trasladar al papel lo que captan sus atentos ojos, y construir de la nada una escena de una noche tranquila en el tabanco El Pasaje.