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ASIGNATURAS DEL AIRE

ASIGNATURAS DEL AIRE

Carmen Saiz Neupaver

Editorial Origami. Jerez, 2012

Poesía, 70 páginas.

Todo primer libro genera ilusión en el autor y expectación en el lector. Asignaturas del aire, debut literario de la abogada jerezana Carmen Saiz, fue un acontecimiento esperado y celebrado por todos aquellos que ya sabían de su original voz poética. Su intervención en tertulias literarias y numerosos recitales había ido formando una corte de admiradores alrededor de sus versos. Los premios recibidos, el Internacional de Sonetos Bruno Alzola, el Concurso Expresión Joven de Jerez y el Certamen Pilar Paz Pasamar, en 2005, 2007 y 2008 respectivamente, avalaban la calidad e interés de sus trabajos. Con Asignaturas del aire quedó finalista en el primer Certamen de Poesía Hojas de Bohemia, convocado por EH Editores. Carmen Saiz, escritora discreta y prudente, a pesar de su juventud, supo medir el tiempo de la espera, como uno de sus endecasílabos perfectos, hasta llegar a la publicación de su primer libro de poemas, que tendría su continuación un año después en Estado de conjeturas, su segunda entrega poética, editada por Vitruvio en Madrid.

ASIGNATURAS DEL AIRE

Carmen Saiz parece comenzar por el final al ofrecer en las primeras páginas del libro la Rotunda evidencia, así se titula esta primera sección, a la que normalmente se llega tras una larga investigación llena de obstáculos, y que en este caso no es otra que la poesía es un ente vivo y poderoso que nos desnuda y nos enfrenta con nuestros fantasmas.

Al asumir que es “rotunda la evidencia, para siempre, de que hay un cuarto oscuro en cada verso”, la voz poética de la autora acepta voluntariamente el vasallaje y se somete a su destino de objeto pasivo, y en este nuevo estado confiesa sin rubor su impotencia: “me caminan los pies de tus preguntas”, “me ha bebido la nostalgia”, “me han bebido los días y las noches”, porque se imponen la poesía y la vida, en las que el poeta, el ser humano, es un peón en manos de una fuerza mayor. La poesía, como el amor, tan solo ocurre, es un suceso en el que la razón es secuestrada y se violenta lo cotidiano; “me ha violado la tristeza, después me ha poseído el abandono”, nos dice lastimada de asombro, como quien se observa desde fuera de sí misma en una especie de desdoblamiento, de cambio de perspectiva, “salí de mí como del mar se sale”, desde esa poesía que es un vasto océano misterioso, de donde surge su voz original y rotunda.

Tras esta breve pero crucial primera parte de posicionamiento donde se narra el proceso de posesión por la poesía, el resto del libro se divide en dos partes, tituladas Asignaturas del aire y Materia de la memoria, donde irá desgranando los temas y tramas para sus poemas, la materia de los versos, que se puede resumir en poesía, amor y memoria, tres ingredientes íntima y sutilmente unidos.

Encontramos miradas, pupilas y ojos, muchos ojos, observando desde todos los poemas, desde cualquier página. Los ojos de Carmen Saiz observan el mundo y la poesía natural del mundo le devuelve la mirada, hiriente y a la vez sanadora. El lenguaje se hace entonces sensual, casi erótico por momentos, porque escribir poesía no deja de ser un juego de seducción entre el mundo y la visión del poeta, entre su expresión y la sed del lector. La autora hace uso de los recursos de la literatura amorosa para declarar su entrega a la poesía, como una amante rendida e inerme. Un buen ejemplo es el poema titulado Del primer libro donde dice: “Como el que halla su aguja en un pajar o tierra divisara en unos ojos, la encontró su primer libro”. Un libro, Asignaturas del aire, donde aborda el estudio de lo etéreo, una ardua y profunda indagación de su memoria personal, poética y amorosa a través de la memoria del mundo, de la soledad y la amistad, el dolor y la pérdida, el desamor y la fragilidad, materias maleables de las que se nutre su poesía.

“Acallar el abismo es necesario”, dice uno de sus versos. Urge la luz en el misterio, pero para llegar a la emoción del lector hay que llegar al corazón de la poesía, y por ello la autora se lanza a esta aventura y se abandona a sus peligros. Dolors Alberola, en el prólogo, nos dice de la poeta que “es la buscadora perfecta, pues no le vale únicamente indagar, se balancea en su ilusión, e incluso se deja encontrar por los libros y se deja encontrar por las musas”, porque la misión de Carmen, bellamente descrita por ella misma, no es otra que escribir poesía como un intento de “vaciar la oscuridad de algún perfume y corregir el rumbo de la niebla”, y para ello no sólo hace un desbordante despliegue de riqueza verbal, sino que construye, con una sorprendente combinación de elementos, metáforas que subyugan desde la calidez onírica del surrealismo o el golpe enérgico del expresionismo. Carmen Saiz se descubre como una original y audaz decoradora de interiores, cambia de lugar muebles y objetos familiares y en su nueva y extraña disposición crea una atmósfera sugerente, donde las salas ganan en frescura, luminosidad y colorido con su lenguaje deslumbrante, turbio y sonoro. Ante tal alarde de arrolladoras imágenes, sería quizás deseable un espaciamiento de las metáforas, crear áreas de descanso para las retinas del lector y facilitar así la recuperación de su capacidad de asombro, pues hay poesía hecha para narrar y poesía nacida para sugerir, como la de Carmen Saiz, y éste libro suyo escribe la lírica de una ceremonia, exorcismo hermoso y necesario, porque “los delirios de un verso y sus fantasmas son turbios pasajeros de uno mismo”.

Pedro Sánchez Sanz

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